Cuenta con 10 años de experiencia como periodista y editora en varios medios del País. También es profesora en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Estudió un bachillerato y una maestría en la Escuela de Comunicación del Recinto de Río Piedras.
Al hablar de personas violentas, profesionales en salud mental coinciden en que se deben mirar los patrones que los perpetradores han tenido, sobre todo en los casos de violencia de género. Sin embargo, difieren sobre si podría relacionarse a condiciones de salud mental.
“Las personas que sufren violencia, o viven en condiciones de desigualdad, pueden tener traumas. Sin lugar a dudas, las personas perpetradoras que llevan a cabo actos violentos tienen características particulares de personalidad. Una de las áreas de las que no se habla es el tema de cómo las personas aprenden que su posición en la sociedad les permite tomar decisiones sobre otras personas y ponerlas en una posición de menos valía, no solo emocional, también actos de asesinatos, explotación, maltrato y otras violencias que sufren las mujeres”, explicó la psicóloga y expresidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico Migna Rivera.
A eso agregó que algunos de los factores de riesgo que ven en las personas procesadas criminalmente son: baja autoestima, pocas herramientas para afrontar los problemas, compartir con personas que ejercen presión para cometer actos delictivos, situaciones de carencia en el entorno escolar, violencia de género y experiencias de violación sexual. También, mencionó, hay factores de riesgo en las comunidades, es decir, que viven en áreas donde ocurren actos delictivos como tráfico de armas o sustancias controladas. Y todo esto incide en el desarrollo de una persona.
El análisis surge a raíz del caso de Hermes Ávila Vázquez, de 52 años, quien fue acusado por el feminicidio de Ivette Joan Meléndez Vega, ocurrido en Manatí. El acusado ya había sido convicto por el asesinato de otra mujer a la que agredió sexualmente en Caguas, después de haberla degollado en el 2005. Según las autoridades, alegadamente también mató a otras dos mujeres en Bayamón.
Un psicólogo forense que prefirió no identificarse coincidió en que hay estudios que establecen que existen unos factores y unos elementos que llevan a las personas a ser agresivas. Sobre si podría haber algún grado de psicopatía en este asesino, el experto mencionó que definitivamente hay unas alteraciones desde aspectos neurológicos hasta sociales.
Explicó que la neurociencia lo ve como una persona con el cerebro alterado y que se debe tener presente la diferencia entre psicópata -que es el paciente que ya viene con unas alteraciones neurológicas- y sociópata – que las vivencias lo llevan a esas circunstancias violentas-.
El psiquiatra William Almodóvar agregó que el término psicópata se refiere a una persona con un trastorno de personalidad antisocial, que no respeta o empatiza con otras personas.
“Puede tener un trastorno de conducta porque presenta actos como no seguir instrucciones, y no tienen remordimiento al respecto. Hacen las cosas y no les importan las otras personas. Por ejemplo, un niño que maltrata animales, esa es una conducta que los padres deben estar pendientes. Pero no todos los que comenten actos de violencia de género tienen algún grado de psicopatía. Hay personas que son delincuentes y no necesariamente tienen un diagnóstico de psicopatía”, expresó Almodóvar.
Por otro lado, Rivera afirmó que la salud mental no justifica la conducta violenta.
“La salud mental puede ser un agravante si la persona es agresiva con otras personas, aquí estamos hablando de agresión contra las parejas, estamos de un comportamiento diferente. Decir que la salud mental está relacionado a este asunto de la violencia es incorrecto”, reiteró.
“Estos perpetradores toman decisiones sobre otra persona y eso no coincide con un asunto de salud mental. La persona está muy clara de las amenazas y el sentido de pertenencia del cuerpo y de las decisiones de esa mujer. No es un asunto de salud mental. No conocemos su expediente, pero cuando comenzamos a mirar los comportamientos repetitivos y lo que se señala en la prensa, podemos identificar que hay unos patrones”, añadió.
La doctora indicó que este caso es una alerta para que el estado no puede bajar la guardia con las medidas de prevención contra la violencia de género.
“Cuando hablamos de la violencia de género, eso tiene unas raíces sociales y culturales en términos de cómo las personas aprenden a relacionarse con los demás, lo que es ser mujer, hombre. Tenemos que mirar las relaciones de dominancia y los discursos de lo que es ser hombre o mujer. Las relaciones de poder son una manera de explicar las violencias”, puntualizó.
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Cuenta con 10 años de experiencia como periodista y editora en varios medios del País. También es profesora en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Estudió un bachillerato y una maestría en la Escuela de Comunicación del Recinto de Río Piedras.