Resulta impresionante el poco reconocimiento que la población en general y el aparato gubernamental le otorga a la obesidad como una condición crónica de salud. Para el año 2021, el 72.4% de la población de 18 años o más en Puerto Rico padeció de sobrepeso u obesidad. Ante nuestra realidad de un sistema de salud fragmentado, pocos especialistas y escasez de recursos, nos toca como país ser preventivos y frenar a toda costa el desarrollo de esta epidemia. Y es que la obesidad tiene que verse como lo que es, una enfermedad metabólica que también es un problema mayor a nivel social, político y de salud pública.
De hecho, los pacientes obesos están 3.5 veces más predispuestos a desarrollar hipertensión, tienen mayor probabilidad de padecer de más de 13 tipos de cáncer e incluso, en presentaciones severas, la obesidad puede reducir la expectativa de vida hasta en un promedio de 10 años. Respecto al costo que esto tiene al sistema de salud, un paciente obeso puede gastar hasta $1,500 dólares más en gastos anuales en comparación con un paciente en peso normal.
¿A qué se debe que Puerto Rico tenga tan altos niveles de sobrepeso y obesidad? Para responder a esta pregunta debemos pensar desde un punto de vista antropológico. Comienzo por citar a mi propia abuela que me decía “si te lo serví, te lo comes”. El elemento cultural juega un papel importante en el desarrollo de esta enfermedad. Y es que cuántas veces no hemos escuchado la frase “gordito y colorao” como un símbolo de salud. Ante generaciones futuras, el primer gran paso que debe tomarse es comenzar con un programa de educación a nivel nacional para la prevención de obesidad, con campañas educativas y un sistema de recompensas si se cumple con métricas de salud. Los padres deben entender que una maternidad y paternidad responsable, también envuelve el que el niño esté en un peso óptimo, removiéndolo de un ambiente obesogénico. A nivel del Departamento de Educación, las clases de Nutrición, Dietética y Actividad Física deben ser individualizadas y alineadas a las necesidades específicas de cada niño, con un programa continuo para la prevención de obesidad desde el primer grado hasta el grado 12.
Por otra parte, el vector dual de esta grave enfermedad es el sedentarismo y la mala alimentación. La Casa de los Famosos puede verse practicando ejercicios desde una bicicleta estacionaria o una trotadora indoor. No obstante, no se nos enseña ni se nos inculcan valores sanitarios desde ninguna de las esferas sociales, gubernamentales y salubristas de nuestro país. Disminuyendo la obesidad, disminuiríamos el gasto médico per cápita, la utilización de servicios sanitarios, hospitalizaciones, desarrollo de otras enfermedades y sobre todo, mortalidad. Es hora de que cambiemos el enfoque del sistema de salud y nos apartemos de la medicina reaccionaria optando por una medicina de prevención.
La literatura dice que hay una fuerte resistencia biológica a la hora de perder peso una vez se establece la obesidad. Es por esto que la solución debe ser evitar la aparición o desarrollo de esta antes de que la misma sucumba el cuerpo.
Ahora bien, ¿qué cosas podemos hacer con los recursos que hay? Perder peso puede prevenirse a nivel de sociedad con pequeñas intervenciones, promoviendo pequeños cambios en comportamiento, como lo son reducciones minúsculas en consumo de azúcar y grasas, fomentar el consumo de porciones más pequeñas y alentar a la población a realizar caminatas más seguidas. Algunas nuevas tendencias a nivel mundial se centran en reducir tan solo 100 kcal por día y aumentar la actividad física a 30 minutos al día. Esas 100 kcal pueden disminuirse con tan solo dejar de comerse 2 tostones menos al día; difícil, pero posible.
Finalmente, otra alternativa terapéutica son los medicamentos Munjaro o Semaglutida, los cuales ayudan a reducir hasta en un 15-20% el peso de la persona. Estos también tiene efectos positivos en la protección de enfermedad cardiovascular. Teniendo una terapia tan efectiva como esta hoy día, se deberían hacer programas de reclutamiento financiados por los planes médicos para comenzar con un programa nacional de salud integral y reducción de peso. El gasto de los planes médicos sería mucho menor al gasto en el que estos tuviesen que incurrir para el tratamiento de la diabetes, hipertensión e hipercholesterolemia causados precisamente por no tratar la población obesa.
A fin de cuentas, el cuerpo es nuestro templo y lo único que nos pertenece como personas. Hay que cuidarlo, amarlo y trabajarlo con esfuerzo para mantener lo que nos mantiene vivos.
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