Hace unos días, cuando salió la encuesta de Gaither publicada en EL VOCERO, unos ciudadanos me preguntaron sobre mi parecer en torno a la carrera por la comisaria residente en Washington DC.
Cuando les dije que, para mí, esa carrera está más cerrada de lo que muchos piensan, algunos reaccionaron con escepticismo.
No los culpo. Ese recelo responde a que los sondeos y encuestas de opinión pública colocan a la actual comisionada residente, Jenniffer González, con una ventaja de dos dígitos sobre Aníbal Acevedo Vila. Esos números, le han hecho creer a muchos que la suerte está echada. Para mí, la historia es diferente.
Coincido en que Jenniffer está al frente, pero afirmo que esa carrera está más cerrada por varias razones. Primero, en la política, no hay nada escrito y dos semanas en una elección, es un mundo.
Segundo, Aníbal es un estratega de primer orden e indudablemente sabe muy bien cómo se corre en desventaja y contra la corriente.
Así lo demostró contra Carlos Romero Barceló en el año 2000 y contra Pedro Rosselló en 2004, a quienes, por cierto, los derrotó en las urnas, uno detrás del otro.
La tercera señal de que esta carrera se está cerrando, es la andanada de anuncios negativos que Jenniffer ha pautado, lo que da a entender que algo no anda bien en su campaña o en el PNP.
Consigno, de entrada, que conozco a Jenniffer y a Aníbal hace varias décadas. He coincidido con ambos y he diferido de ellos, pero conozco muy bien sus capacidades que denotan grandes fortalezas y pocas debilidades. Son trabajadores, muy competitivos, organizados y disciplinados.
Ahora bien, esta carrera es dura y cualquiera puede ganar. No obstante, para mí, el resultado final de esta elección dependerá de las respuestas a estas dos preguntas fundamentales: ¿quién está mejor posicionado a 14 días de una elección? y ¿quién podrá aglutinar a más electores, más allá de sus partidos?
Contestemos ambas interrogantes.
Comencemos por Jenniffer. Si bien comenzó su mandato de manera efectiva, los sucesos políticos ocurridos a lo largo del cuatrienio han lesionado su figura. Algunas, por circunstancias ajenas a ella; pero en otras ocasiones, por golpes autoinfligidos.
Un conteo informal de la cantidad de tweets, fotos, videos, eventos, conferencias y comunicados que Jenniffer ha enviado anunciando fondos federales desde 2017 hasta hoy, sobrepasan los 300 pronunciamientos.
Sin embargo, la famosa “llegada” de los millones y millones que se pasa anunciando, nunca se materializa; es como el cuento del lobo. Esa triste realidad, hacen de sus palabras un homenaje incesante a la incompetencia burocrática, que ha comenzado a costarle políticamente por su efecto de boomerang sobre su credibilidad.
Sus comunicados ya no crean la expectativa que antes provocaban, porque - como dicen el refrán - se convierten en mucho ruido y pocas nueces.
Por eso, no hace ningún sentido escuchar a la comisionada anunciando como logros, asignaciones invisibles para resolver problemas inmediatos, cuando, para la gente, solo existen en los libros de contabilidad.
Tomemos por ejemplo las asignaciones de asistencia federal (Public Federal Assistance) aprobadas por el Congreso y publicadas en la página 20 del plan fiscal de 2019. Según el Informe, del total de fondos de recuperación asignados de esa partida – que ascienden a $45,843 millones – el 73% o $32,285 millones, llegarán a la isla entre los años 2022 y el 2032; es decir, en la próxima década.
Por eso - para el ciudadano común y corriente que está sufriendo necesidades inmediatas – es un absurdo escuchar a la comisionada hablar de billones y billones de dólares, cuando 30,000 familias siguen viviendo en toldos azules; otras 200,000 personas siguen sin trabajo luego de empezar la pandemia; más de 100,000 siguen esperando los fondos de PUA y 250,000 personas no tienen cubierta médica.
Es la percepción chocando con la realidad.
Pero resulta más insólito que el gobierno del PNP - el mismo que se la pasa criticando al ELA por la alegada falta de paridad de fondos – de momento nos dice que se perdieron $1 millón de fondos de Medicaid, pero que no nos preocupemos porque hay un exceso de fondos.
Esa torpe excusa - que tengo que decir me sorprendió viniendo de ella - sin duda tocó el corazón de los 1.4 millones de participantes de Medicaid, que vieron desvanecer la ampliación de sus servicios de salud. Ese millón de dólares perdidos estará más presente en la mente de los electores, que los $45 billones que pregonan.
El otro problema que ha tenido Jenniffer es su cercanía y apoyo al presidente Donald Trump. Esto le restó a su imagen porque la colocó a la extrema derecha del espectro político, lugar muy distante desde donde ha girado su exitosa carrera política.
La comisionada siempre se había proyectado como una mujer de vanguardia, de principios, decente y de mucha conciencia social. Pero su apoyo a un presidente con un evidente historial de discrimen e insensibilidad, le restaron puntos a su credibilidad.
Asimismo, fue verdaderamente lastimoso escuchar que ella se unió a la delegación republicana rechazando una prohibición contra el discrimen por raza, origen y orientación sexual en las fuerzas armadas.
Y fue igualmente decepcionante enterarnos que le votó en contra a una enmienda que hubiese prohibido el uso de las fuerzas militares contra nuestros hermanos inmigrantes latinoamericanos, quienes llegan hasta las fronteras de los Estados Unidos con sus hijos en hombros, en busca de oportunidades. Esa explicación nos las debe.
Por otro lado, en términos estratégicos de campaña, la comisionada ha descansado toda su ofensiva contra Aníbal Acevedo Vila en un solo tema: el caso federal del cual salió absuelto unánimemente.
Esto - a mi juicio - es una movida extremadamente arriesgada. Porque en todos estos meses Jenniffer habrá invertido un dineral en un solo issue; el cual, con una simple virazón, esa campaña se hace sal y agua. Conociendo al Alacrán, ese golpe de regreso, debe estar cocinándose.
Finalmente, el disloque del gobierno PNP con sus escándalos de corrupción, pueden afectar el voto institucional de esa colectividad, lo que pudiera provocar un nivel de abstención que incida sobre la campaña de la comisionada.
Ahora bien, Aníbal también tiene retos que atender.
Si bien ha logrado sobrevivir contra todos los pronósticos, estas dos semanas son cruciales para el exgobernador.
Comencemos por reconocer que Aníbal ha logrado superar sus diferencias con Charlie Delgado, tomó la ofensiva en la fiscalización organizada y se apoderó del tema del regreso de las farmacéuticas, que ha acaparado la agenda de discusión futura ante el Congreso.
Otro dato interesante de Aníbal es que a principios de la campaña primarista, muchos pensaban – incluyéndome – que la presencia del exgobernador provocaría, en cierta medida, acaparar la atención e inclusive dictar la pauta de la discusión pública, toda vez que la figura de un exmandatario y excomisionado residente, tiene y ejerce un enorme peso sobre la opinión pública.
Sin embargo, Aníbal ha jugado para el equipo; moviéndose en el tablero de ajedrez político con impecable astucia. Ha desempeñado con lealtad su rol como compañero de papeleta de Charlie Delgado; ha sido solidario y cooperador; y con su fiscalización continua, cubrió un importante rol del principal partido de oposición que no existía.
Ahora bien, los números dicen que cerca de un 10% de los populares aún no están convencidos de apoyar a Aníbal y esa cifra es determinante en la distancia contra su contendiente. Es decir, si Aníbal no mete todos los populares en el barco, sus oportunidades de ganar se reducen significativamente.
Es aquí en donde he encontrado datos irrefutables que me llevan a pensar que la distancia entre Jenniffer y Aníbal se reducirá aceleradamente. Les explico:
Según las últimas encuestas, Jenniffer aventaja a Aníbal entre 10 a 40 puntos, un escenario muy distante a la proyección comparativa con la carrera a la gobernación, la cual, coloca a ambos candidatos – Pedro Pierluisi y Charlie Delgado - en un virtual empate.
Entonces, para que ocurra un escenario donde Jenniffer gane tan abiertamente, tendría que ocurrir un fenómeno muy poco probable y estadísticamente casi imposible.
Un distanciamiento de Jenniffer sobre Aníbal de esa envergadura – más de 10 puntos - tendría que ser provocado únicamente por un desangre institucional del elector popular en la papeleta estatal que nunca ha ocurrido.
Para que tengan una idea a lo que me refiero, en una columna anterior les explicaba que, en la papeleta legislativa de 2016, un total de 103,000 electores populares rompieron filas y votaron por candidatos de otros partidos o por bloques distintos a los asignados por el PPD. Esa cantidad de electores representaron el 52% de todos los votos populares en esa papeleta.
Ese fenómeno, sin embargo, nunca ha ocurrido en la papeleta de la gobernación donde le acompaña el candidato a comisionado residente. Observen estos datos; en las elecciones de 2008, 2012 y 2016, el 98% de todos los electores populares votaron bajo la insignia de la pava. Es decir, el voto mixto en esa papeleta es casi inexistente.
La razón para esto - y se ha medido científicamente - es que los electores del PPD entienden inequívocamente que el voto íntegro en esa papeleta, no solo fortalece al Partido Popular, sino que reduce las posibilidades de dañar la papeleta; y, por consiguiente, poner en peligro la elección del gobernador. En el PPD con eso no se juega.
Por esa razón, si en efecto, Aníbal obtiene cerca del 98% de los votos populares en una elección en donde todo parece indicar que el voto íntegro del PNP y el PPD será igual, la ventaja numérica de Jenniffer se desvanece.
Y es ahí entonces en donde los votos mixtos de la periferia - que oscilan entre los otros candidatos a ese mismo puesto - se convierten en decisivos. Pero aquí viene otro dato interesante. Por si usted no lo sabía, en esa papeleta hay tres candidatas estadistas, un independentista y un autonomista.
Jenniffer González es estadista, la candidata de Victoria Ciudadana no solo es estadista, sino que estando en la papeleta del MVC ha anunciado su voto en favor del Sí y la candidata del Proyecto Dignidad pertenece a un partido que en su programa de gobierno propone la integración de Puerto Rico al sistema contributivo federal, lo que solo es posible bajo la estadidad.
Entonces queda el candidato del PIP que no tiene posibilidades de salir; y Aníbal Acevedo Vilá que va a coger los votos populares y una gran parte de los votos no afiliados, donde tiene gran arraigo sobre todo en el sector más liberal.
Por eso, es evidente que la mayoría de los líderes del MVC - que todos sabemos son independentistas – han sido parcos con su candidata a Washington, porque es difícil para un independentista que se respete, apoyar a una estadista que aboga por el Sí. Sería un contrasentido a sus trayectorias públicas y el hazmerreír de la política insular.
Ahora usted entenderá porqué el Alacrán no ataca a los demás partidos ni a los demás candidatos y se concentra en la incumbente. Evidentemente, tiene clara la hoja de ruta del mar donde navega.
En resumen, si Aníbal amarra a los populares y pesca votos en la periferia en una elección cerrada, podría enviar al retiro a la comisionada republicana, quien se recordará de Trump toda su vida.
Aníbal, ¿dará la sorpresa? En 15 días lo sabremos.