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En 2006, un ejecutivo de marketing de Nissan tuvo la idea realmente loca de crear una competencia y una “academia” para convertir a jugadores de videojuegos en pilotos de carreras. Darren Cox vio un mercado sin explotar de compradores potenciales de automóviles en los entusiastas de “Gran Turismo”, el popular simulador de carreras de PlayStation que salió al mercado por primera vez en 1997. Y en el tercer año de la “GT Academy”, surgió una estrella real, un chico británico de 19 años llamado Jann Mardenborough, que se convertiría en piloto profesional, tal como lo soñó.

Es una buena y lucrativa idea para una película: una historia inspiradora de jugadores que van de menos a más en la que marcas como Nissan y PlayStation, una compañía de Sony que también es propietaria del estudio detrás de la película, pueden tomar parte del crédito y ayudar a financiarla. Y no podría llegar en mejor momento, cuando la F1 está explotando en popularidad en Estados Unidos y otras partes gracias a la serie de Netflix “Drive to Survive”.

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