¡Hola, amores míos! Ya estamos cerca de celebrar Halloween. ¿Qué les parece realizar un juego de roles con su pareja, aprovechando el uso de disfraces? ¿Sabías que el disfraz o máscaras nos ayuda a sentirnos más libres durante el sexo? Puede generar una sensación de ser desconocidos, y le permite a la persona usar su creatividad sin miedo a ser juzgado. No funciona igual en todas las parejas, pero es algo que podrían intentar. Just for fun!
Ahora, lo que nos compete esta semana. Hoy les quiero charlar un poco sobre cómo afrontar dificultades sexuales, pero en pareja. Y hago esta diferenciación porque he notado comúnmente cómo cuando hay una dificultad sexual, se puede generar mayor inseguridad o temor y eso puede hacernos alejar o alejar a nuestra pareja de nuestro lado para poder procesar lo ocurrido. No es raro que, por ejemplo, en caso de pérdida de erección o incomodidad en la penetración, pensemos que al conversarlo con nuestra pareja nos expongamos a ser juzgados o simplemente no queramos enfrentar la vergüenza gigantesca que podemos experimentar. Cabe señalar que, aunque valido completamente esa manera de sentir, creo que es un muy buen momento en la vida como para comenzar a normalizar lo que nos ocurre sexualmente. Es decir, cómo es verdaderamente el sexo. Tristemente, gran parte de nosotros conocimos la sexualidad primeramente a través de la pornografía. Que, como saben y hemos conversado anteriormente, es una producción cinematográfica. Lo que significa que tiene cortes de cámara, cuenta con una duración fuera de lo usual y las posiciones sexuales no suelen ser las más cómodas naturalmente.
¡Hola, amores míos! Un gusto estar nuevamente con ustedes en esta columna que han hecho suya…
Es por esto que la pornografía no podría usarse como referente sexual real. Sin mencionar todos los aspectos que también pueden recaer sobre esta industria, como, por ejemplo, la trata humana. Que no todas las producciones se encuentran expuestas a esto, pero sí ha habido casos relacionados.
Ahora bien, la influencia pornográfica nos ha hecho pensar que el sexo real se ve de determinada manera y tiene una duración específica. Casi a diario en entrevistas me hacen la típica pregunta de cuánto debe durar un acto sexual o cuántas veces por semana es normal o saludable tener sexo. Y si tú también estás esperando esta respuesta, déjame decirte que es la cantidad de veces y tiempo que les satisfaga a ambos miembros de la pareja.
No sé en qué parte de la historia me perdí donde se comenzó a establecer un parámetro sexual en el cual casi tenemos que marcar en un cuadro de “se hizo, no se hizo”. ¡Gente! El sexo es mucho más que una tarea de cosas por hacer. El sexo es, en esencia, un lenguaje en sí mismo, y cuando nos referimos a una relación de pareja, aún más.
El tema es que cuando vemos el sexo en una caja, nos enceramos a ver solo posibilidades limitadas. Por lo tanto, si yo como profesional en sexología digo que el sexo bueno y satisfactorio debe darse al menos 3 veces por semana, y ustedes no han podido cumplir esa meta, entonces van a ver problemas donde realmente no existen. Así que mi respuesta siempre será alineada a lo que les satisfaga a ambos como pareja.
Sin embargo, esto nos trae a otro reto, sexualmente hablando: ¿Cuán compatibles somos en el sexo? Algunas parejas se cuestionan este particular, presumiendo que si se presenta una dificultad sexual es indicativo de que no están siendo sexualmente compatibles. Y aquí voy yo a romperles una burbuja. No, la incompatibilidad sexual no tiene nada que ver con afrontar dificultades sexuales, sino con la capacidad que tenemos de afrontar el sexo real, tal cual es, y construir espacios seguros para manifestarnos sexualmente. Si alguno de los dos no está dispuesto a ser ese canal de energía a su pareja, creo que ahí sí encontraríamos una gran incompatibilidad sexual.
¿Por qué una persona puede tener el impulso de alejarse o alejar a su pareja cuando siente que tiene una dificultad sexual? Entiéndase por “dificultad” disfunciones sexuales, incomodidad en el acto, falta de deseo o interés sexual, temores, inseguridades, etc. Los seres vivos tenemos típicamente tres maneras básicas de responder ante una posible amenaza: defensa activa, defensa pasiva y huida.
La defensa activa podría ser: defenderse, atacar al otro verbalmente, acusarle de ser el causante de su dificultad sexual. Por otro lado, la defensa pasiva podría responder ante un “no me pasa nada” y a su vez, disminuir el interés y participación en el acto sexual sin verbalizar su inquietud o necesidad real. Esta es una forma muy común; se va perdiendo el ímpetu y deseo sexual y puede comenzar a realizar acciones que le alejen del acto sexual, pero sin expresar directamente su falta de interés. Y finalmente, tenemos la famosa huida, que puede ser tanto física, como emocional. Es decir, la persona puede simplemente irse sin haber concluido la experiencia sexual. Hacer el famoso ghosting, o pedir directamente que le deje solo. Se trata de correr o huir de aquello que le genera la “amenaza”.
¡Hola, mis amores! Hay una pregunta que suelen realizarme en entrevistas respecto a mi rol p…
Y te preguntarás, por qué se interpreta como amenaza algo que realmente no lo es. La realidad es que nuestro cerebro, de primera instancia, no logra distinguir una amenaza real de una imaginaria. ¿Te ha ocurrido una vez en la noche que miras por la ventana y ves sombras y comienzas a sentir mucho temor para luego darte cuenta de que solo eran el reflejo de los árboles? Y piensas, ¡qué tonto he sido! Tu cerebro solo quiso defenderte, si fuese una amenaza real, te estaba facilitando el cortisol y adrenalina que necesitabas para defenderte.
Por lo tanto, aunque el sexo no necesariamente representa una amenaza real, la simple sospecha de ser heridos, burlados, humillados o no valorados, eso ya nos puede generar mucho temor y no será raro que reaccionemos ante ese mismo temor, atacando, siendo pasivos o huyendo.
No sabemos si en algún momento de nuestra vida vamos a experimentar una dificultad sexual o si en nuestra relación de pareja nos va a tocar afrontar una experiencia difícil. Pero, de ocurrir, mi consejo es que no entren en pánico, comprendan que las dificultades sexuales se pueden trabajar con mayor o menor dificultad. Si eres acompañante, valida las emociones de tu pareja, mantente paciente, sé un lugar seguro y ayúdale a normalizar lo que sucede. Y si eres tú quien la atraviesa, no dejes de lado a tu pareja. He visto una mejoría sustancial cuando el asesoramiento sexológico se realiza acompañado de la pareja en comparación cuando se realiza individual. Confíen en el proceso para poder disfrutar de un sexo extraordinario.
En consulta, les puedo ayudar, www.tusexologa.vip.
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