¡Un placer conectar desde aquí con todos ustedes! Me presento, soy Erika Michael y me he especializado en ayudar a las personas a formar relaciones saludables, exitosas y que se las puedan disfrutar, ¡que es lo más importante!
Hoy comenzamos esta aventura de educar sobre sexualidad, desde una perspectiva integral. Podríamos pensar que con la gran apertura social que hay en temas de sexualidad en estas nuevas generaciones —debido al acceso a redes sociales y música con contenido sexual explícito— ya tenemos el camino recorrido en la apertura a la educación sexual. Pero tristemente, no es así.
Hablar más de temas sexuales no es sinónimo de educación sexual. En primer lugar, porque debemos educar desde una base científica. Y, en segundo lugar, porque hablar desde la experiencia no necesariamente se ajusta a la necesidad del otro.
Es por esto por lo que necesitamos más espacios para educar sobre sexualidad, desde un punto de vista integral, científico, inclusivo y empático. Ya que la sexualidad alude a una dimensión fundamental del ser humano, la misma está basada en el sexo, que incluye el género, las identidades del sexo y género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y la reproducción. Podemos decir que la sexualidad es el resultado de la interacción de los factores biológicos, psicológicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales.
Pero no se me asusten con tantos términos, acá les vamos a hablar de forma práctica, que lo puedan comprender y que sea relevante a su vida diaria. Ese es mi compromiso con ustedes a partir de este momento.
Hagamos un ejercicio mental: pensemos en la primera vez que escuchamos la palabra sexo. ¿Dónde la escuchamos? ¿Quién la mencionó? ¿Cómo nos sentimos al repetirla? ¿Nos regañaron por decirla? Es muy probable que la mayoría de nosotros haya recibido un castigo por haber mencionado algo relacionado con el sexo cuando éramos pequeños, aún sin nosotros saber qué era de lo que estábamos hablando. Porque el tema del sexo sigue siendo un tabú entre nosotros. Un poco por vergüenza, un poco por desconocimiento, un poco por temor.
Ahora, ¿por qué es importante que nosotros hablemos sobre sexualidad? ¿Qué implicaciones tiene que hablemos de sexo con nuestros hijos? ¿Cómo educar sobre sexo nos ayuda en nuestras relaciones amorosas?
La primera razón es porque al no hablar de sexo nos encerramos en una pequeña burbuja de desconocimiento y temor. Gran parte de las personas que recibimos en consulta consideran que tienen un “problema sexual”, cuando realmente presentan un desconocimiento en algún aspecto sexual. Una vez se le educa, se le orienta, en empatía, esta persona puede reconocer más fácilmente lo que le pasa y por qué le pasa. Esto le ayuda a gestionar mucho mejor su ejecución, su proyección y sus creencias sexuales. Encerrarnos en esta burbuja podría limitarnos a manifestar nuestra sexualidad de forma libre y saludable, ya sea de manera individual como con nuestra pareja sexual o parejas sexuales.
En segundo lugar, al no hablar responsablemente sobre sexo, continuamos perpetuando una cultura de temor y de juicio. No importa la edad que tengas, de dónde provengas, cuál es tu estado actual, aquello que resistimos, persiste. He compartido con muchas mujeres, por ejemplo, de diferentes edades; mujeres casadas, divorciadas, solteras y en relaciones complicadas, que nunca han conocido lo que es experimentar un orgasmo, que nunca han tomado el tiempo para conocer su cuerpo, explorar su sexualidad y sensualidad. Y cuando auscultamos en los motivos, encontramos el miedo. Miedo a ser juzgadas, miedo a perder el control, miedo a no ser suficientes o ser rechazadas al manifestar sus deseos sexuales y compartir su intimidad y vulnerabilidad en el acto sexual.
¡Hay de todo! Y nos toca aún continuar aprendiendo. Este espacio es para ti, para conversar sobre estos temas que te inquietan, te preocupan o te entusiasma descubrir.
Porque, ¡de sexo yo sé!
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